Américo
González Bogen
Hasta el siglo XVII dominaba las creencias de Galeno y
sus seguidores, en lo relativo a la sangre; ésta no circulaba, era producida
continuamente en el Hígado y usada en el Organismo.
En ese Siglo XVII se llevan a cabo descubrimientos
parciales importantes acerca de la circulación de la sangre, como fueron:
1. la circulación
pulmonar por Servet.
Según Servet la sangre circula por los
pulmones, entra por la arteria pulmonar y sale por las venas pulmonares,
después de un recorrido intermedio, sin especificación alguna.
2. la circulación general por Harvey.
Quedaba establecida así la existencia de dos circuitos y
dos circulaciones sanguíneas, sin especificaciones de sus dinámicas potenciales
ni posible integración funcional.
González Bogen demuestra que hay un solo circuito de vías sanguíneas,
recorrido por la sangre a lo largo y ancho de dos hemi-circuitos, con funciones específicas complementarias e
integradas, genéticamente diseñadas y programadas, bajo conducción del Pulmón, órgano
efector del Vago-Simpático-Integrado, en respuesta a descargas nerviosos
del Sistema Nervioso Central.
Hoy es bien sabido que la
circulación-pulmonar, tiene como objetivo (el “intercambio gaseoso con
la sangre”: el paso de Oxígeno del aire hacia la sangre y, la salida de
gases productos del metabolismo celular, así como irradiación de Calor. El hemi-circuito general, tiene como función la distribución
de la sangre depurada y cargada de Nutrientes y Oxígeno entre las células de
los tejidos, para su metabolismo, conducente a la nutrición y elaboración de
productos biológicos necesarios para el mantenimiento de la Vida-Creada, en el
balance que expresamos como Salud.
Los dos hemi-circuitos de la sangre tienen al
Corazón como el órgano intermediario en
la constitución del circuito único, actuando como una compleja bomba hidráulica, con cavidades conocidas como derechas e
izquierdas, las cuales reciben
el volumen de sangre que el Pulmón ha definido
puede recibir y depurar en cada ciclo.
La aurícula derecha recibe la
sangre venosa desplazada por la Cava, con las condiciones de balance previamente programadas por el propio
Pulmón y, el ventrículo la eyecta por la arteria Pulmonar hasta los hilios de los lóbulos
pulmonares, los
cuales les sirven de relevo, y la hacen circular por sus vías
propias hasta los hilios de
los lobulillos, los
cuales a su vez le sirven de relevo y la hacen circular hasta sus capilares
alveolares, para su necesario
encuentro simultáneo y balanceado con el aire alveolar. Este relevo de
fuerzas para la circulación pulmonar se hace evidente en la delgada pared del
ventrículo derecho, comparado con el izquierdo.
La mecánica cíclica de las
estructuras lobulares hace
posible la difusión selectiva del Oxígeno en las unidades alvéolo-capilares y,
la salida al exterior de productos de desecho del metabolismo en estado
gaseoso, seguido de su progresión como sangre depurada y oxigenada hasta la
aurícula izquierda, para ser eyectada por el Ventrículo hacia los tejidos.
La integración funcional de estos
dos hemi-circuitos sanguíneos la realiza el Corazón, integrado a su vez por el Pulmón
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El análisis presente, de hoy, de los gráficos de mis
primeros experimentos, me permitieron concluir que la sangre desplazada por la
Fuerza Ventricular derecha, a través de la Arteria Pulmonar llegaba solo hasta
el hilio de las estructuras lobares, esto es la distribuía entre los cinco
lóbulos, y estos, con su dinámica propia, conjuntamente con el desplazamiento
del aire, hace posible su circulación hasta sus lobulillos y, estos,
desarrollaban ciclos dinámicos con fuerza y ritmo propio, paralelo al del
Corazón, desplazando la sangre hasta sus capilares y el aire, hasta los
alvéolos, en las unidades alvéolo-capilares, balanceando la presión de la
sangre capilar con la tensión gaseosa del aire alveolar, para la difusión
selectiva del Oxígeno y, el “intercambio” gaseoso, seguido del desplazamiento
simultáneo de la sangre oxigenada hacia las venas pulmonares y el aire-caliente
hacia el exterior